1. La profesora, una primeriza mas seria que perro en bote (a la que corregimos varias veces en la clase mientras ella se sonrojaba y pedía disculpas, o decía "Eso es para pensar" cuando no encontraba la respuesta a alguna duda de un alumno), pasa lista y todos "presente", "presente", "presente", hasta que llega a la letra "M" y lee, con seguridad: "¿Marga, Rita?". Silencio. Repite: "¿Marga, Rita?". Silencio. Mira la lista. Sonríe. "Debe estar mal anotada. ¿Alguna Margarita en la sala?". "Presente", dice una vocecita tímida desde el fondo.
2. Irrumpe en el aula un pelilargo con morral. La profesora le da permiso para, además de irrumpir en el aula, interrumpir la clase. Entonces: "Chicos, vengo a venderles mis poemas, para enamorar, para enamorarse, a cambio de unas monedas". Acto seguido reparte unas hojitas blancas de no más de diez centímetros, recortadas con los dientes, ajadas hasta lo irrespetuoso, con unos poemitas que repetían las palabras: soledad, hastío, depresión, cuchillo afilado. Todos tomamos el papelito y lo miramos bien sin saber qué hacer con él. Nunca en mi vida vi tanta gente junta confundida con lo mismo. Una chica, a partir de ahora la olfa de la clase, le dio dos pesos. Dos pesos por una hoja mal recortada con un poema tristísimo impreso en ella. Todo bien con hacerle el aguante al arte pero todo, absolutamente todo, tiene un límite.
La yapa del día: Ayer entró a la clase una chica de elegante jogging color CELESTE y botitas negras de cuero y gamuza. Hay que tener mucho ovario para usar eso eh.