jueves, 29 de octubre de 2009

La venganza será terrible

Hace algunos minutos, ni más ni menos, corrí por el pasillo de la productora, entré rapidito a la oficina de mi asistente, no pude frenar, y me caí de culo delante de él.

Todavía se ríe.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Ramera

Cuando era chica no existían los teléfonos celulares, no había internet, y en mi barrio pocas personas tenían teléfono fijo. Por esa época, para mi madre era mas que difícil coordinar visitas a la casa de sus amigas, asi que nuestra única posibilidad era lanzarnos a la aventura, tomando varios colectivos para llegar a la casa de alguien y rogar que la suerte haya estado de nuestro lado y que el visitado se encuentre allí. Mas de la mitad de las veces, la suerte nos abandonaba. Y era en ese momento cuando mi madre implementaba el único método que había encontrado para que sus amigos supieran que había pasado por ahí: colocaba en la reja una rama arrancada de algún árbol de la cuadra. Con el correr de los años adopté esa costumbre, aunque con la aparición de los celulares y el mail la fui dejando olvidada, reemplazándola por mails de "Hoy a la tarde paso por tu casa" o mensajes de texto que rezan "Necesito que me escuches porque tengo que contarte demasiadas cosas sobre mi nuevo chongo".

Hace un rato, Viejex me envía un mail, que decía:

Origen de la palabra Ramera:
Hacia fines de la Edad Media, era costumbre en España colgar un ramo en la puerta de las tabernas para indicar que no se trataba de viviendas particulares y llamar de esta manera la atención de los clientes (v. cliente).
Las prostitutas, así como hoy ocultan sus negocios haciéndolos pasar por casas de masajes, en aquella época los disimulaban colgando en su puertas un ramo, como si se tratara de tabernas. Por esa razón, las comadres empezaron a llamarlas rameras, una palabra que les sonaba más púdica que prostituta. Este vocablo aparece registrado por primera vez en español a finales del siglo XV, como, por ejemplo, en La Celestina (1499), de Fernando de Rojas: "Esta mujer es marcada ramera, según tú me dijiste, cuanto con ella te pasó has de creer que no carece de engaño. Sus ofrecimientos fueron falsos y no sé yo a qué fin."·

Y entonces recuerdo a mi madre, colocando una rama enredada en una reja, veinte años atrás, y me pregunto si ella sabrá qué significaba esa rama en la Edad Media, y planifico volver a implementar ese método, olvidarme del celular y del mail, marcar cada una de las casas de mis amigas, con una ramita, que pueda interpretarse como "Aquí vive una Ramera" o "Por aquí pasé yo, M, una Ramera".

Estén preparados, se viene la revolución ramera, y la voy a encabezar yo. Voy a empezar por la casa de amigas, y luego ramerearé hogares de desconocidas, las contagiaré a todas, y ya no habrá vuelta atrás. Y cuando la invasión de la palabra "petiso" los deje sin respiración, no vengan a quejarse. Yo avisé.

domingo, 25 de octubre de 2009

Consejo fashion

Cortémosla con la boludez esa de los hombres con vincha y musculosa.

Es un horror chicos.

jueves, 22 de octubre de 2009

Sarcasmo

Le dejo a mi asistente, que ya se fue porque le dije "hoy trabajaste mucho asi que merecés irte diez minutos antes", una notita en su escritorio con una lista de tareas que tiene que hacer mañana. Todas las tareas que le encargo son las que no me gustan a mi porque me conducen al suicidio, o porque me dan fiaca o me resultan soporíferas.

Termino la notita con un delicado pero jolgorioso "Feliz viernes".

lunes, 19 de octubre de 2009

Ya lo superé

No es ninguna novedad que los seres humanos nos pelotudizamos al extremo cuando estamos enamorados, y eso nos lleva a realizar inverosímiles y degradantes acciones, que en cualquier otro momento de nuestra vida nos hubieran parecido aterradoras, increíbles, y, por sobre todas las cosas, impensadas. Yo, por ejemplo, cuando salí con Camioncito, fui a un videoclub familiar y pedí en voz baja al señor del mostrador que me diera la película número 1050. Y el señor del mostrador, jodido como pocos, se alejó, agarró el VHS (estamos hablando de la prehistoria, claro) y volvió gritando: "¿Esta es? ¿"Infierno anal 5" te llevás?".

Tengo una amiga que salió varios años con un tipo casado. No sólo salió con él, sino que se enamoró de él, y eso la llevó a realizar acciones que yo miraba y no entendía. Como amiga una tiene que estar, apoyar, escuchar y no mucho más. La decisión de ella era seguir con ese tipo, y mi tarea era consolarla cada vez que el tipo la dejara plantada o le recordara que nunca, jamás, por nada del mundo, iba a dejar a su mujer.

Mi amiga se desvivió. Viajó a cualquier hora, por mas de hora y media, para verlo quince minutos, le compró regalos, escuchó los planes del tipo de tener hijos con su mujer y le cumplió las mas oscuras fantasías sexuales. Sin embargo, había un solo detalle, que mi amiga (amante de la caballerosidad) no comprendía del todo: el tipo nunca pagaba nada. Era ella la que desembolsaba tarjeta de crédito, billetes de 100, para pagar un café, los forros, el telo, o el vaso de whisky importado que él necesitaba para relajarse y poder seguir garchando como conejito en celo. A pesar de eso, la "relación" duró mas de lo esperable, hasta que la mujer de él se enteró, y todo el imperio se derrumbó en un abrir y cerrar de ojos.

Con el tiempo mi amiga lo superó. Con frecuencia recordamos todo el periplo y nos reímos, yo le digo que cómo pudo haberse sometido a eso, y ella repite "Estaba enamorada". Hace algunos meses, el tipo reapareció. Le mandó un mail, le preguntó en qué andaba, la invitó a tomar un café. Y ella, por supuesto, aceptó. Ahí fue cuando terminé de comprender que el 90% de las veces que decimos "Ya lo superé", estamos mintiendo.

Cuando lo vio se desencantó: el tipo estaba gordo, con la ropa sucia, y la esperaba frente a un local de comidas, mirando cada una de las tartas que estaban en exposición andá a saber desde cuándo como si fuera a comerlas con la mirada. Estaba ojeroso, el pelo canoso, y tenía un leve olor a chivo. Tomaron una cerveza, él hablaba de lo miserable que era su vida, ella pensaba en cualquier otra cosa. Él contaba de sus dos hijos recién nacidos, ella pensaba en que pronto se va a mudar a un departamento buenísimo. Y así pasaron algunas horas, hasta que el tipo deslizó un sutil "¿Vamos a un telo?". Y mi amiga, perdido por perdido, dijo que sí.

El tipo llamó al mozo, y le pidió la cuenta. Ella no atinó a realizar algún movimiento que indicara que iba a pagar una vez mas. Entonces él la miró, y le dijo: "¿No me ayudás con algo de plata que estoy seco?". Mi amiga chequeó la cuenta, eran $25. Sacó de su billetera un billete de $20, y uno de $10, y se los extendió. Él se levantó rápido de la mesa, fue a la barra, y pagó ahí. Cuando volvía a la mesa, mi amiga vio cómo se guardaba el vuelto en el bolsillo. El tipo llegó a la mesa, agarró su mochila y le dijo "¿Vamos?". Mi amiga no entendía.

Amiga
El vueltito.

El tipo
¿Cómo?

Amiga
Que te estás quedando con mi vueltito.

El tipo
¿Que vueltito?

Amiga
El de la cerveza, pelotudo.

El tipo
...

Amiga
¿Sabés qué?
Mejor me voy a mi casa.
Quedate con el vueltito, capaz conseguís que
un trava te haga un pete.

Y se fue. Salió a la calle, sonrió, se paró derecha, y caminó hacia la parada de colectivo. A veces, para superar un gran amor, lo que necesitamos es una cachetada de la mas cruda realidad. Un detalle que nos permita salir de la idealización de ese tipo que, aunque sabemos que es un jodido, un cínico o un hijo de puta, siempre colocamos en un pedestal. Y recién ahí, cuando lo terrenal supere a lo divino, cuando el tipo diga una palabra de mas o una de menos que haga un "click" en nuestra cabeza, cuando por un pequeño detalle como un billete de $5 se produzca en nuestra existencia la epifanía mas grande de todos los tiempos, recién ahí, podremos decir "Ya lo superé", y saber que estamos diciendo la verdad.

jueves, 15 de octubre de 2009

Una señora charleta

Pareciera que a medida que uno crece va adquiriendo ciertas costumbres odiosas, que llegan a su pico en la vejez. Una de ellas, la que me pone los pelos de punta, es hablar con cualquiera en la cola del banco. Por eso mismo, y porque pese a todo yo en la vida cotidiana soy una persona ubicada, es que en las colas de los bancos me la paso mirando al piso con tal de esquivar la mirada del geronte que tengo delante. Los gerontes charletas de la cola tienen un método: suspiran una o dos veces, luego empiezan a bufar, estiran el cogote mirando cuánta gente tienen delante, lanzan alguna consideración al aire que siempre incluye un fastidioso "así estamos" y por último empiezan a buscar con la mirada algún cómplice. Es aquí donde hay que tener mucho cuidado. Ni bien sus ojos se cruzan con los tuyos, estás atrapado. Y eso, lamentablemente, fue lo que me ocurrió ayer por la mañana.

Señora charleta: Esto es tremendo.

M: Ajá.

Señora charleta: Porque así estamos. Yo soy una señora mayor, no puedo andar perdiendo el tiempo así.

M: Ajá.

Señora charleta: Se creen que uno tiene el día libre. Si supieran...

M: ¿Si supieran qué?

Señora charleta: Todo lo que una tiene que hacer.

M: Ajá.

Señora charleta: Sos un poquito maleducada. Te estoy hablando y mirás al piso.

M: Perdón. Me decía que tiene mucho que hacer. Cuénteme, por favor. Muero por saber.

Señora charleta: ...

Mientras la señora charleta trataba de hacer un inventario mental de las estupideces que tendría que hacer en el día, una de las cajeras sale de su puesto y desaparece tras una puerta.

Señora charleta: ¿Ves? Ahora se mete ahí y no sale mas. NO SALE MAS.

M: Tal vez fue al baño.

Señora charleta: ¿Pero vos trabajás acá que la defendés?

La cajera vuelve a aparecer, y camina hacia donde la vieja charleta y yo mantenemos esta cordial conversación. Cuando está al lado nuestro, la señora charleta la agarra del brazo.

Señora charleta: Escuchame una cosita querida. Hace diez minutos que estoy haciendo la cola. ¿Por qué no habilitan otra caja?

Cajera: Voy a buscar una carpeta allá y vuelvo a la caja señora. No se preocupe.

Señora charleta: Esto es cualquier cosa. Yo no puedo creer. Este país está lleno de vagos. Nosotros acá, perdiendo el tiempo, y vos yéndote.

Cajera: Ya vuelvo a la caja señora, no se preocupe.

Señora charleta: Claro, primero se fue a tomar un cafecito, ahora a llevar la carpeta, por qué no se va también a pasear al perro.

Cajera: Señora, no sea irrespetuosa. Aparte, ¿de qué cafecito me habla?

Señora charleta: No se haga la tonta. Yo vi que recién salió por ahí.

Cajera: Fui al baño, señora. Tengo derecho de ir al baño.

Señora charleta: Se hubiera aguantado.

Cajera: Tengo cagadera señora. ¿Hubiera preferido que la atendiera con olor a mierda encima?

Y ahí, mientras la señora charleta se retiraba ofendida del establecimiento, yo largué una carcajada feroz, y tuve unas ganas tremendas de abrazar a la cajera.

jueves, 8 de octubre de 2009

Not Important People

O naciste para los eventos, o no. No hay término medio. O sos una diosa que se roba todas las miradas, o sos una pichi que se queda sin entrada aún habiendo sido invitada. O te sacan fotos los paparazzis porque aunque no seas famosa estás buena, o te piden que les traigas la cuenta del café. No hace falta aclarar en qué grupo estoy, ¿no?

Hace algunos días me llama una amiga y me invita a la función de prensa de un musical para el que trabajó. Me pasa a buscar por casa, y me maquilla. Yo no sé maquillarme, y cada vez que la veo con el delineador en la mano siento como si un león estuviera a punto de atacarme, y le ruego: "Por favor amiga, poquito, que no se note". Y siempre, indefectiblemente, sin ningún tipo de margen de error, cuando me miro al espejo toda maquillada, no me reconozco. Y no tengo desmaquillante.

Cuando llegamos, había gente famosa, gente medianamente famosa, cholulos que se sacaban fotos con todos y noteros con cara de aburrimiento. No intenté hacer una entrada triunfal, porque ya sabemos que apesto en esos momentos, asi que me quedé apartada. Viene el productor, mi amiga me lo presenta, y él, natural, como si estuviera diciendo alguna pelotudez, con su voz de productor berreta, pero fuerte, grita: "Ah no, no hay entrada para las dos. Una se tiene que quedar afuera". "No es necesario gritar", le digo yo, colorada, a lo que el muy animal de granja responde: "Es que vos no sos nadie, no estás en la lista de invitados, acá hay gente importante, si querés quedate acá y si sobra un lugar, te hago pasar. De última podés mirar la obra de parada". "Me estás cargando, ¿no?" le dijo mi amiga, porque yo ya tenía los ojos llenos de lágrimas (estoy muy sensible últimamente). El productor berreta inmundo y desubicado negó con la cabeza, y sonrió.

Nos retiramos. En silencio. Yo me sentí desdichada, mi amiga se reía y puteaba casi a los gritos. Con el primer pedacito de queso y el primer trago de cerveza, se me pasó el malestar.

martes, 6 de octubre de 2009

Empacada

La señora estaba delante mio en la cola del colectivo. Cuando se subió, noté que tenía dificultades para caminar, y sentí pena por ella. Cuando finalmente pudo terminar de subir, se paró delante de la máquina expendedora, sacó un billete de $2 de un monedero marrón, y le dijo al colectivero "Dame cambio". El colectivero, amable pero con poca paciencia, le contestó "No señora, yo no tengo cambio para darle". Detrás mio, la cola era cada vez mas larga. "Si yo le pido cambio, usted tiene que darme cambio". "No señora, yo no tengo que darle nada a usted". Yo no estaba de muy buen humor, naturalmente, pero una ráfaga de bondad pasajera me impulsó a intervenir.

M: Yo tengo cambio señora, espere que le doy.

Señora: De ninguna manera, señora. El colectivero tiene que darme cambio.

M (me acaba de decir señora, debería romperle la cabeza con la máquina, viejachota y laputaqueteparió): Pero yo tengo, no me molesta darle, pasa que se está juntando gente, y nos queremos ir, señora.

Señora: A mi no me importa. Hasta el el colectivero no me de cambio yo de acá no me muevo.

Colectivero: Señora, córrase de ahí, por favor.

Señora: ¡Tengo que ir al médico señor! Deme cambio asi le pago. Sino, no me muevo.

Colectivero: No le voy a dar un carajo, señora.

M: Yo sí le doy, de verdad (mientras hurgaba en mi bolso), acá tengo, mire, agarre.

Señora: No. De acá no me muevo.

Y se quedó ahí nomás, parada, la señora, mientras los demás la esquivábamos y sacábamos boleto.

domingo, 4 de octubre de 2009

Chicos, un favor

Si alguno sabe quién fue el reverendo hijo de puta al que se le ocurrieron las publicidades de un conocido festival de música, esas que son del estilo "El paso del leproso que a cada salto se va desmembrando un poco más ya es furor en Lugano I y II", por favor avísenme. Tengo algunas cuentas que arreglar con ese sujeto, y todas involucran volarle los sesos con un calibre 38.

Se agradece la difusión.

jueves, 1 de octubre de 2009

A la hoguera

M: Ok. acabo de utilizar la palabra "churro" en referencia a un señor.
Perro: Sos tu abuela. Con eso y el té de boldo, ya te mando para el geriátrico.
Yo: Ay boludo, soy RE adicta al té de boldo. Qué desastre. Me falta comprar un gato y ya puedo morir.
Perro: Y andar en "batón" todo el día.
Yo: Bueno, ahí merezco la hoguera.