lunes, 13 de diciembre de 2010

Finalista

La cosa es que quedé como una de las finalistas del concurso "El blog femenino del año" que organiza la revista Victoria Rolanda, junto a grossas y copadas como Elen y Pau. Quedé con "También soy minita", el alterego de una Ramera, querido y odiado en proporciones similares.

Si te copa, podés pasar a votarme por acá, queda tiempo hasta la semana que viene.

¡Gracias!

martes, 30 de noviembre de 2010

Merecido

Yo siempre tengo un compañero de facultad que odio. En cualquier carrera, en cualquier facultad, en cualquier materia, siempre tengo alguno que miro y pienso mil maneras de darle su merecido. En general, el alumno no es elegido al azar: es el olfa. Detesto, y le pongo muchísima garra al hacerlo, al alumno que quiere caer bien, que quiere caer simpático, que piensa que sirve de algo festejarle absolutamente todos los chistes al profesor de turno, que quiere sacar conclusiones y siempre tiene la manito preparada para ser levantada. Lo odio. Me saca de las casillas. Me dan ganas de revolearle una silla al grito de "callate OREJA, nadie quiere saber qué textito de mierda leíste el fin de semana porque no tiene nada que ver con lo que estamos hablando y dejá de hacerte el inteligente". Estoy segura (o al menos en mis fantasías siempre sucede de esa manera), que si hiciera algo similar, mis compañeros, que por supuesto comparten mi odio, levantarían también sus sillas y sus bancos y correríamos al olfa que habla porque no tiene nada mas importante que hacer.

Este cuatrimestre, tengo una compañera odiada. Tiene voz chillona y anda con unos bolsos gigantes colmados de apuntes, siempre llega tarde y entra taconeando. Para acomodarse en el banco lo arrastra para un lado, lo arrastra para el otro, elije otro, duda, vuelve al anterior, y finalmente se sienta. Y cuando se sienta, viene lo peor. Se ríe de todos los comentarios de la profesora, pensando que absolutamente todo lo que dice es un chiste (hoy, sin ir mas lejor, la profesora dijo "firmen el papelito como si fuera un autógrafo" y la olfa largó una carcajada monumental no sé bien a cuento de qué). Una de las primeras clases tuvimos que hacer un trabajo grupal en clase y me tocó hacerlo con ella: se comparó con Rosa de Luxemburgo. ¡Andá a lavarte la bombacha, querida". Su tonito medio impostado, medio irritante y un poquito sobrepasado de agudos me arruina las clases. Hace un mes tuvimos un parcial, y en medio del parcial sonó un celular. No sonó mas de un segundo. Y está mal, yo sé que está mal tener el celular prendido en medio de un parcial, pero la mamotreta ésta, que se cree que está arriba de todos nosotros, que piensa que con su bolsa de apuntes intimida a alguien, miró al del celular, negó con la cabeza, giró hacia la profesora y, bien fuertecito, para que todos supiéramos que con ella no se jode, le dijo: "YO NO LO PUEDO CREER". La profesora ni le contestó.

Hace algunas semanas dieron las notas del parcial. Éramos pocos, y ella fue una de las últimas en recibir su nota. Se sacó un dos. Mis fantasías del levantamiento armado, mis ganas de darle su merecido, se vieron mas que satisfechas.

martes, 23 de noviembre de 2010

Estás mejor de lo que pensaba

A veces pareciera que los hombres y mujeres hablamos en lenguajes completamente diferentes y es por ese motivo, solo ese y ningun otro, que nos entendemos para el carajo.

Habían cenado una pizza comprada por ella. Habían visto una película elegida por él. La pizza, napolitana. La película, de acción. Ella había tomado unos vasos de cerveza, él "yo paso, la cerveza me cae mal", había tomado dos o tres vasos de bebida cola (decir "bebida cola" suena muy al testimonio que da cualquier policía cuando aparece en televisión: el femenino, el masculino, el hurto, el imputado, . Y mi preferido: natalia natalia.)

Luego de la pizza, la película, la bebida cola y las cervezas, empezó el ¿cachondeo? ¿franeleo? (al parecer hoy está de moda, de nuevo, como cuando mi madre era adolescente: chapar, pero ¿existe chapeo?). Franeleo va, chapeada viene, vuelan remeras y pollera y bombacha y boxer. Y ya. Fin. Nada. Después del boxer volando, nada. No hubo manera. Nada. Fin. ¿El bello durmiente? ¿La muerte peluda?

Tirados en la cama, desnudos, rendidos, uno al lado del otro, miraron en silencio cómo giraba el ventilador de techo, con su ritmo parejo y sonido monocorde. Y él, incorporándose, tranquilo, como si la cita estuviera funcionando a la perfección, sin un mínimo amague por darle una mano a ella que, vencida, pensaba dónde meterse tanta calentura, le dijo: "Estás mejor de lo que pensaba".
Negrita
Y a ella le retumbó la frase adentro de la cabeza una, dos, cien veces: "Estás mejor de lo que pensaba, estás mejor de lo que pensaba, estás mejor de lo que pensaba", también se incorporó, y con el último hilo de voz antes de quebrarse, le sugirió: "Te llamo un taxi, ¿dale?".

Hablamos lenguajes diferentes. Los hombres dicen "estás mejor de lo que pensaba" y lo dicen convencidos, sonrientes, alegres, como si fuera un piropo. Las mujeres, en cambio, escuchamos "no daba ni dos mangos por vos, y mirate, zafás", y lo escuchamos clarito, y nos rebota en la cabeza, y cuando el susodicho se va nos deprimimos, y nos miramos al espejo y nos vemos horribles, y al día siguiente nos aparecemos en jogging y rodete en la casa de una amiga, con un lemon pie en una mano y un balde de helado en la otra, porque perdido por perdido...

jueves, 21 de octubre de 2010

El principio del fin

Papá le regaló a mamá una computadora por el día de la madre.

El lunes estuvimos QUINCE MINUTOS al teléfono para que lograra apagarla.

martes, 28 de septiembre de 2010

La boluda justiciera I

(o de cómo un día me harté de esa impunidad obscena con la que se manejan los viejos que se creen que porque son viejos pueden hacer lo que se les cante y nadie puede decirles nada porque "pobre, dejalo, es viejito").

1. Exterior. Día. Camino detrás de una vieja impune. La vieja lee un papel, lo abolla y lo tira al piso.

M
¡Señora! ¡Señora!

La vieja impune se da vuelta, yo sonrío.

M (señalando el lugar del bollo de papel)
¡Mire, se le cayó un papelito!

Vieja impune
...

M
Ese, mire, ¿no lo tenía en la mano?
Yo la vi, justo se le cayó.

Vieja impune
...

M (agachada agarrando el papel)
Tome, éste, guárdelo, que no se le
vaya a caer de nuevo eh.

La vieja impune se comporta como si estuviera escuchando a una loca. No agarra el papel, pero tampoco se mueve, como si mi presencia la llenara de terror, como si la paralizara mi ímpetu justiciero y vengador.

Vieja impune
No, pero no se me cayó.

M
¿Cómo que no?
No lo habrá tirado a propósito, ¿no?
Eso no se hace, señora.
(el acento en "señora" es verdaderamente intimidante)

Vieja impune
...

M
Tome, llévelo.
Desde acá estoy viendo un tacho de basura.
Allá, el naranja, ¿lo ve?
(el énfasis en "¿lo ve?" es verdaderamente terrorífico)

La vieja impune agarra el papel de mala gana, como cuando retás a una criatura y acepta el castigo de manera lastimosa. Yo me siento el terror de Almagro, la superheroína mas linda del universo, la mas viva, la mas ganadora, la mas inteligente, la que mete mas miedo, la mas todo. Mientras me siento la representación del poder en la tierra y "si quiero te puedo cambiar el mundo", la vieja impune, que se había alejado unos pasos, se vuelve hacia mi, camina hacia donde estoy yo parada, y cuando está a dos pasos, me tira el papel a los pies.

Vieja impune
Uh, se me cayó de nuevo.

Y se va, caminando rapidito, con toda su impunidad a cuestas. Agarro el papel, y pienso si seguir o no seguir. Ya estoy cansada. Todos los superhéroes nos merecemos un descanso. Guardo el papel en mi bolso, camino atrás de la vieja, y cuando paso por al lado suyo, con el restito de fuerza que me queda, le canto la posta: "¡Vieja sucia!".

Ni siquiera se dio por aludida, la muy chota.

jueves, 19 de agosto de 2010

Cosas que te suceden si sos alumno de Puan

1. La profesora, una primeriza mas seria que perro en bote (a la que corregimos varias veces en la clase mientras ella se sonrojaba y pedía disculpas, o decía "Eso es para pensar" cuando no encontraba la respuesta a alguna duda de un alumno), pasa lista y todos "presente", "presente", "presente", hasta que llega a la letra "M" y lee, con seguridad: "¿Marga, Rita?". Silencio. Repite: "¿Marga, Rita?". Silencio. Mira la lista. Sonríe. "Debe estar mal anotada. ¿Alguna Margarita en la sala?". "Presente", dice una vocecita tímida desde el fondo.

2. Irrumpe en el aula un pelilargo con morral. La profesora le da permiso para, además de irrumpir en el aula, interrumpir la clase. Entonces: "Chicos, vengo a venderles mis poemas, para enamorar, para enamorarse, a cambio de unas monedas". Acto seguido reparte unas hojitas blancas de no más de diez centímetros, recortadas con los dientes, ajadas hasta lo irrespetuoso, con unos poemitas que repetían las palabras: soledad, hastío, depresión, cuchillo afilado. Todos tomamos el papelito y lo miramos bien sin saber qué hacer con él. Nunca en mi vida vi tanta gente junta confundida con lo mismo. Una chica, a partir de ahora la olfa de la clase, le dio dos pesos. Dos pesos por una hoja mal recortada con un poema tristísimo impreso en ella. Todo bien con hacerle el aguante al arte pero todo, absolutamente todo, tiene un límite.

La yapa del día: Ayer entró a la clase una chica de elegante jogging color CELESTE y botitas negras de cuero y gamuza. Hay que tener mucho ovario para usar eso eh.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Parame el mundo

¿Gané el premio de Oblogo?

¿¿GANÉ EL PREMIO DE OBLOGO??


¡Pero por el amor de Greyskull!
¡Gané el premio de Oblogo!


(media hora después de hiperventilar por la noticia)

Muchas gracias a todos los que me votaron, y también a los que no votaron ni por mi ni por nadie. Gracias gracias gracias. Posta: si hoy no exploto de alegría es un milagro. Hoy camino y dejo una estela de papel picado detrás mio. Los payasos cantan y bailan y golpean sus platillos y yo tengo una sonrisa tan grande que en cualquier momento se me traba la mandíbula.

¡Gracias!

domingo, 15 de agosto de 2010

Es la última vez que se los pido, posta

En realidad, en el momento en que pedí que me votaran para el premio de Oblogo realmente lo hice casi sin esperanzas y con mucha vergüenza.

Pero ahora, que quedan algunas horas de votación, me entero que estoy entre los DOS mas votados, y como eso me llena de emoción y de esperanza por un mundo mejor, los invito a que pasén por acá y me voten, los que todavía no lo hicieron.

Ayúdenme a ser feliz.

jueves, 5 de agosto de 2010

Las noticias del pasado

Hace algunos días, en el colectivo 151 también llamado el De Lorean del Tercer Mundo, el Info Trans (ese cartelito luminoso que nos distrae a los que no tenemos libro, a los que no podemos dormir, y que siempre tiene una línea de lucecitas quemadas), la noticia destacada era que el gobierno de la ciudad había puesto pantallas gigantes en dos plazas, para ver el mundial.

¿El mundial? ¿Qué mundial?
¿El mundial no terminó?

jueves, 22 de julio de 2010

Qué vergüenza estos favores

Lo voy a decir una vez y solamente una vez y nunca mas porque me da una vergüenza atroz andar pidiendo este tipo de favores: a la derechita del blog, abajo de mi foto de perfil, hay un link a Oblogo, donde pueden votar uno de los posts que salió publicado ahí (el post es de Origen Ramero, ese donde bailaba como una desquiciada un tema de Xuxa y los vecinos me aplaudían) y capaz de los capaces llego al premio del Banco Hipotecario. Es sin compromiso, no prometo nada a cambio del voto, nunca en mi vida les vuelvo a pedir algo como esto.

viernes, 16 de julio de 2010

Una ramera y el deporte I

El primer intento de mi madre por hacerme un ser social fue enviarme a gimnasia artísica a Velez. Yo tenía cinco años y no hablaba. Era mas parecida a una planta con piernas y pelusita rubia en la cabeza que a una persona. Tímida hasta el hartazgo. Antipática hasta lo inhumano.

La primera clase de gimnasia artísica fue una pesadilla. Había niñas con las que había que conversar. Había profesoras que sonreían sin parar y hablaban con tono de maestra jardinera. Uno de los primeros ejercicios fue: caminar por una barra y al llegar al extremo estirar las manitas y agarrarse de unas argollas parecidas a la de los subtes.

Yo caminé por la barra, temblorosa, y al llegar al extremo estiré mis bracitos flaquitos y salté. Le erré a las argollas, caí a la colchoneta, me partí el labio, y me largué a llorar. No volví nunca mas.

Hay secuelas de la experiencia: jamás, viajando en tren o subte, pude sostenerme de las argollas esas. Me dan impresión.

miércoles, 2 de junio de 2010

Consejo

No se podía respirar.

Me corrijo: se podía respirar el aire caliente que salía de la nariz del de al lado. O que salía de las axilas húmedas o el aliento de una boca empastada.
En el colectivo estábamos apretados, transpirados, nerviosos. Con calor. No podíamos movernos ni medio centímetro. Un movimiento en falso podría haber provocado una caída generalizada. El resultado hubiera sido una montaña de cuerpos, todos enredados. Algo desagradable. No entraba nadie mas. Nada ni nadie. Estábamos casi encastrados los unos con los otros. Yo estaba al lado del conductor.

Cuando llegó a la parada, que coincidió con un semáforo en rojo, el colectivero no abrió la puerta: no había manera de abrirla. Le gritaron, los que estaban abajo. Lo putearon. Le dijeron barbaridades sobre la puta que lo parió, la concha de su hermana, la pija corta y su homosexualidad reprimida. El colectivero les contestó "¿no ven que no puedo abrir?". Cuando estaba por arrancar, una chica corrió delante del colectivo. Se paró al lado de la ventanilla del señor. Y golpeó la ventanilla una, dos, tres veces. Y le gritó, con voz histérica, aguda y punzante: "Te voy a denunciar, hijo de puta, ya vas a ver, tomé tu número, ya vas a ver hijo de puta". Y él, dotado de una calma envidiable la miró, y le dijo, sonriente: "¿Pero por qué no te buscás un novio linda? Uno que tenga plata buscate, uno con auto". Y la chica se alejó, sin contestar nada, y nosotros arrancamos.

Yo me reí.

jueves, 20 de mayo de 2010

La perfecta boludita

La perfecta boludita que esperaba conmigo el colectivo en la cuadra del Hospital Naval, se había atragantado con las seis temporadas de Sex and the City y había confundido Almagro con Nueva York, Parque Centenario con Central Park. La perfecta boludita caminaba con tus taquitos de un lado a otro, tac tac tac tac tac, y yo, que llegaba tarde al trabajo, juntaba ira, odio, contra ella, su perfección, sus taquitos inmaculados y su cabellera rubia platinada salida de una publicidad de shampoo. La vi alejarse, el colectivo no venía, y la vi regresar, un vasito de café caliente en sus manos, mis ganas de decirle "guarda que se te puede caer" mientras la tackleaba, y el colectivo que venía. Alcé la mano, subí, saqué boleto, subió detrás mio la perfecta boludita, hizo malabares con sus taquitos inmaculados y su cafecito caliente, arrancó el colectivo, la perfecta boludita estaba a punto de apoyar su culo en el asiento, cuando ¡zas!, el bondi frenó, la perfecta boludita se vino para delante, y todo el café cayó sobre su camisita blanca. Tuve ganas de decirle "Tomá, boluda", pero solamente sonreí. Tampoco era para que se me notara tanto lo hija de puta.

lunes, 26 de abril de 2010

Embarazo

Cuando la chica se paró al lado mio dudé. Mi mirada estaba a la altura de su panza y dudé. Miré su cara y volví a dudar: noté un aire angelical que sólo veo en las mujeres embarazadas. Empezó a acariciar su incipiente pancita y ahí dejé de dudar: era una embarazada. Me levanté, traté de abrirme paso entre brazos con olor a chivo y le dije, amable: "Sentate". La chica torció la cabeza, abrió los ojos y me dijo: "¿Por?". "¿No estás embarazada?" dije tímida, señalando su incipiente pancita y temiendo la peor respuesta del mundo. "¿Por qué pensás que estoy embarazada?" preguntó ella, y yo quise eyectarme del colectivo o despertarme de una buena vez de esa horrible pesadilla. "Porque te estabas acariciando la panza" le dije, porque preferí pasar por amable y dulce y no por hija de puta diciéndole "por esa panza que tenés". Ella me miró, y mientras se sentaba, me dijo: "No, no estoy embarazada. Tengo panza porque estoy hinchada. Comí ravioles al mediodía, y me acariciaba la panza porque estaba recordando lo rico que estaban".

viernes, 16 de abril de 2010

No tolero a la gente que no entiende que su hijo/ mascota, no es ni mi hijo, ni mi mascota.

miércoles, 7 de abril de 2010

Molestia

La señora rubia platinada se subió al colectivo, sacó boleto, se acercó a uno de los primeros asientos, le tocó el hombro al chico, y cuando vio que el chico se sacó los auriculares, le dijo: "¿Te molesto con el asiento?".

Y el chico, tranquilo, como si nada, respondió: "Sí, me molesta". Y volvió a ponerse los auriculares.

viernes, 26 de marzo de 2010

"Me parece que te fuiste al carajo", le dije cuando me contó

La obesa y reciente ex novia de mi amigo Lucas, que tenía cientos de defectos (el que resaltaba por sobre todos era una conchudez galopante y un gusto demente por la manipulación de mi amigo Lucas), no entendía y decía "no puede ser que no me quieras, vos tenés que quererme" y Lucas repetía, cada vez mas impaciente y expeditivo "perdoname, pero el amor es asi, no tengo mas ganas de estar con vos. No sos vos, soy yo". Ella le lloraba en persona, por teléfono y vía ordenador. Hasta que por este último medio, a través de una impersonal y fría ventanita de chat, mi amigo Lucas, cansado de explicarme a su reciente y obesa ex novia por qué había dejado de ser novia para ser ex novia, terminó por decirle: "¿Sabés lo que pasa? Quiero estar con alguien que pueda llevar a pasear a la plaza, a caballito. Y bueno, con vos es imposible".

viernes, 12 de marzo de 2010

De por qué tengo que aprender a callarme la boca

Estaba en mi oficina, tratando (en vano) de editar una escena. Lo que no me lo permitía era la música espantosa que provenía de la sala de al lado. Me levanté de la silla, entré sin golpear a la isla de edición, y le dije a mi compañero de trabajo: "¿Pero de dónde sacaste esa música tan pero tan pero tan horrible y pedorra?". Y antes de que él llegara a abrir la boca para responderme, la clienta que estaba con él me miró, furiosa, y respondió: "Es la música de mi página web".

lunes, 1 de marzo de 2010

Historias de Telo III. La venganza - Parte 3

Luego de una acalorada discusión, volvió a la habitación, con su cartera en una mano y la ropa del mal parido en la otra. Cuando entró, escuchó cómo recomenzaban los golpes y gritos desde el baño. "¡Me dejó encerrado! ¡La conchuda me dejó encerrado!". "Y vos me dejaste plantada, pelotudo. Una notita me dejaste, y te fuiste a la mierda". "¡Volviste! Abrime, dale" suplicó el mal parido. "No", le respondió ella, y continuó "Te vas a quedar ahí, hasta que termine el turno. Y yo me voy a quedar acá, esperando lo mismo".

Ella se sentó en el borde de la cama, mirando la puerta del baño, y volvió a dudar. Quiso abrirle. Le dio pena. En cambio, se puso a doblar proliojamente la ropa de él, y la acomodó sobre la cama. Las mujeres hacemos ese tipo de trueques.

"No podés irte asi, dejando una notita, y menos en un telo".
"¿Vos sabés lo humillante que fue salir sola de ese antro?"
"¿Vos sabés todo lo que te puteé estos días?"
"¿Y encima aparecés de nuevo? ¿Cómo si nada?"

Cuando sonó el teléfono que avisaba el final del turno, ella abrió la puerta del baño, y casi sin mirar le pasó la ropa doblada. El salió vestido, caminó hacia ella, tranquilo, la miró a los ojos, y le dijo "Tenés razón, ¿me perdonás?". Y en ese momento, no en esas palabras sino en esa mirada de pollo mojado, ella entendió que la venganza había funcionado, y casi sin pensarlo, lo besó. Pidieron un turno mas, y cuando acabaron se fueron, juntos, sin notitas de por medio.

Hace una semana, festejaron su sexto aniversario.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Historias de telo III. La venganza - Parte 2

"Me vas a matar, pero no tengo ni un peso" le dijo ella apenas el la miró, después de que les dijeran cuánto saldría el turno. El inició un suspiro quejoso que se vio apagado antes de tiempo por una amenazadora levantada de cejas de ella. Entraron de la mano. "Necesito ir al baño" dijo ella con voz dulce, mientras se alejaba. Cuando salió, el ya estaba como había venido al mundo. El empezó a besarla, apasionada y brutalmente. A ella le gustó, y dudó. Pero la duda no duró mas de dos segundos. "En el baño hay un jacuzzi genial, ¿vamos?" le dijo con voz mimosa, al oído. Él sonrió y se dirigió al baño. Con un movimiento casi violento, ella cerró la puerta tras él, y cerró con la llave que había guardado algunos minutos antes.

Agarró su cartera, y se dirigió a la puerta de la habitación. Antes de abrir, escuchó los golpes de él en la puerta, y sonrió. Volvió sobre sus pasos, tomó la ropa de él, y salió.

En ese punto, mas o menos, me llegó su mensaje de texto: "Salió todo perfecto".

Cuando llegó a la salida del telo, dijo "¿Me abre por favor?".

"Señorita, usted no puede retirarse sola".

(Continuará)

martes, 23 de febrero de 2010

Historias de Telo III. La venganza - Parte 1

A: Un cararrota, ¿en serio te llamó?
B: Sí, lo mas pancho el mal parido. Quería invitarme a salir de nuevo.
A: Uf, imagino la catarata de puteadas que se habrá comido.
B: Le dije que sí.
A: Me estás jodiendo.
B: No, pero ya vas a ver. Le tengo preparada una sorpresita.

(Continuará)

viernes, 19 de febrero de 2010

Historias de telo II

Luego de una breve pero incómoda estadía en la sala de espera, entraron de la mano a la habitación: era la primera vez que iban a encamarse. Ella sonreía, él estaba transpirado de antemano. No jugaron con las luces, ni asaltaron la heladerita ni se preguntaron qué era esa estructura de metal tan parecida a una bicicleta fija pero sin asiento. Para decirlo de otro modo: ni bien entraron al cuarto, fueron directo a los bifes. Nada de picada.

Apenas acabaron, él pegó un salto y se levantó de la cama: no dio tiempo ni para el cigarrillo. Dijo "Me voy a dar una ducha" y ella, que conocía la historia de nuestra abandonada amiga anterior, ni amenazó con acurrucarse en ningún lado. De ser necesario, se hubiera colocados dos escarbadientes en los ojos para no quedarse dormida.

Cuando salió del baño, él empezó a cambiarse. Ella preguntó "Qué hacés" con un tono mimoso que pretendía ser la invitación para el segundo polvo, pero él contestó "¿Vamos?". Sorprendida, ella se levantó y empezó a cambiarse también. Supuso, por supuesto, que siendo las diez de la noche, iban a cenar a algún lado. Después de todo, los dos habían comentado, en alguna charla previa, cuánta razón tenía Fontanarrosa cuando escribió "El mundo ha vivido equivocado".

Sin embargo, la que se equivocó fue ella, porque ni bien llegaron a la puerta de entrada del hotel alojamiento, él le dio un beso en el cachete, le dijo "Tomate un taxi que ya es medio de noche y es peligroso" y se alejó, fumándose un cigarrillo que se extinguió antes de llegar a la esquina, junto a él, que se fundió con la oscuridad y desapareció.

jueves, 18 de febrero de 2010

¡Che!

¿¿Le dijeron feliz cumpleaños a Mariano??

Díganle, no sean malos. Nada mejor para un acuariano que ser el centro de atención.

¡Feliz cumple!

Y a todos los que leen a Mariano asiduamente, que saben lo mucho que odia a los cantautores romanticones y bobalicones, quiero comentarles que Mariano "soy puro rock and roll", ayer confesó que estaba tatareando un temita de Ricardo Montaner. Los años no vienen solos, claramente.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Historias de telo I

Entraron al telo de medio pelo. Pagaron a medias. Hicieron todas las chanchadas que se hacen en un telo, sobre el acolchado, porque a ella le daba "cosita". El primero fue breve pero intenso, el segundo nunca llegó. Después del cigarrillo de rigor, él se levantó y dijo, tranquilo "Me voy a dar una ducha". Ella se acurrucó un poco, cerró los ojos e ingresó al maravilloso mundo de los sueños.

Cuando sonó el teléfono que daba fin al turno, ella se despertó sobresaltada, pero se encontró sola. El mal parido no estaba ahí. Ni él, ni su ropa ni su mochila. En cambio, una notita insulsa, sobre la mesita de luz, debajo del paquete de cigarrillos: "Te vi dormida y me dio pena despertarte".

lunes, 15 de febrero de 2010

Verde que te quiero verde

Habiendo almorzado a las 13:30, hace poco mas de una hora pasé casualmente por un espejo y descubrí un orégano monumental en mi dentadura. ¿Como es que nadie me avisó? El mundo está lleno de gente de mierda, que prefirió reirse de mi toda la tarde en vez de avisarme que andaba por ahí con una verde sonrisa.

Caminantes lentos

¿Llegará el día en que los caminantes lentos dejen de zigzaguear por la vereda? ¿Entenderán alguna vez que ir de derecha a izquierda es jodernos la vida a los eternos tardones e irresponsables que siempre andamos llegando tarde? ¿Caminarán alguna vez derechito y sin hincharnos las pelotas a los que tratamos de esquivarlos? ¿O siempre tendremos que soportar hacer algunos pasitos rápidos para pasarlos para llegar y que de vuelta estén delante nuestro obstruyéndonos? ¿Cómo hacen para estar siempre atravesados? ¿Dónde se aprende a caminar tan mal?

viernes, 5 de febrero de 2010

El complicado arte de pegarte un tema

Dale a tu cuerpo alegría Macarena.

Listo, ahora no podés parar de cantarlo.
Te arruiné el viernes.

viernes, 29 de enero de 2010

Comportémonos, por favor

Es increíble que, a casi cien años de la existencia del colectivo, todavía haya gente que no sepa comportarse en el medio de transporte. Es increíble que todavía haya animales que se paran delante de la máquina expendedora y es casi inverosímil que no entiendan que en estos días de calor infernal, las ventanillas tienen que permanecer abiertas. No está bien que, después de cien años de colectivos e infinitas líneas que recorren toda la ciudad y el conurbano, todavía haya gente que no entienda el "circulando". En el fondo hay lugar. Y ojo, porque también hay especímenes infrahumanos que cuando ven que no hay lugar, siguen empujando como si a presión todos pudiéramos hacernos mas finitos. Es increíble que en el vocabulario de la mayoría de los pasajeros la palabra "permiso" no exista. Es rarísimo que todavía haya gente que no se da cuenta que tiene olor a chivo e igual levanta el brazo, ahogando a todos los que estamos alrededor. Es terrible, que haya personas que no ceden el asiento a embarazadas y ancianos. Es horrible que haya pasajeros que no saluden al conductor y es absolutamente incomprensible que, después de cien años de subirnos a un colectivo, todavía haya gente que no entienda que para defecar, existe el baño.

lunes, 18 de enero de 2010

Dejá, saludame de lejos nomás

A tres horas de levantada, habiendo arrancado el lunes reciencito nomás, ya me cagaron la semana: dos personas transpiradas me saludaron con un beso en el cachete a mi, que estoy recién bañadita y toda perfumada. ¿El transpirado no se da cuenta? ¿No le da vergüenza? ¿En qué piensa cuando se acerca a dar el beso pegajoso? No es cordial, no es simpático, no es buena educación. Es, lisa y llanamente, una asquerosidad. En días como hoy, el contacto físico indiscriminado debería estar penado por ley. He dicho.

jueves, 14 de enero de 2010

El joven turista

Camino con este calor insoportable por las inmediaciones de Plaza Serrano. Lo único que pienso es "qué calor qué calor qué calor qué calor" mientras sueño despierta con zambullirme en una pileta llena de Rolito. Me prendo un cigarrillo.

Un grupo de jóvenes turistas camina a mi encuentro. Yo ODIO hablar con turistas. Me pongo nerviosa. No me interesa en lo absoluto. Cuando los tengo casi encima, uno de los jóvenes turistas me mira. Fijo me mira. Y me hace señas extrañas. Yo paro y lo miro y levanto la cabeza como diciendo "qué". Me señala el cigarrillo. Supongo, entonces, que quiere fuego. Le doy el cigarrillo, se lo lleva a la boca, inspira, y mientras larga pacíficamente el humo, se va. Con mi cigarrillo en su mano, se aleja. Camina. Como si nada. Salgo de mi tara mental y empiezo a perseguirlo. Le toco el hombro:

M: Hey, mi cigarrillo.
El Joven turista: Yeah yeah... Thanks!

Y se volvió a alejar. Y yo me quedé ahí, desconcertada, sin cigarrillo. Por suerte, cuando giré la cabeza, vi una linda musculosa, y me olvidé del asunto.

Me volví a indignar cuando leí el demencial precio del trapito color fucsia.

viernes, 8 de enero de 2010

Me debo a mi público

Ayer cuando llegué del trabajo abrí las tres ventanas inmensas que tiene mi nuevo hogar, para ventilar un poco, y entré a bañarme. Cuando salí del baño me tropecé con una caja, y supe que era hora de desembalar algunas cosas y poner un poco de orden en la nueva morada.

La tarea de desembalaje es soporífera, y mas para mi, que soy ansiosa hasta el hartazgo: en vez de ir de a una caja, abro tres o cuatro, desparramo todo y cuando tengo todo desperdigado quiero largarme a llorar porque ya estoy aburrida, cansada y abrumada. Para combatir las crisis de desembalaje encontré el remedio perfecto: darle play a la lista de música de la vergüenza (que incluye hitazos de Rita Pavone, Rafaela Carrá, Sergio Denis y Xuxa, entre otros innombrables) y ordenar al son de la música, imaginando públicos inexistentes que piden "¡Otra! ¡Otra!" y baten palmas sin cesar. Entonces le di play a la lista, y empecé a ordenar con una energía inimaginable, y una cantidad de ropa mínima: musculosa y bombacha.

En eso estaba, meta poner y sacar porquerías de las cajas, cuando empezó a sonar un tema que me desconcentró de la tarea. Me puse unos lentes negros, agarré el cepillo de pelo, y comencé el show. Cuatro minutos a puro salto, patita levantada y caras sexys. Cuatro minutos de alentar a mi audiencia imaginaria para que cantara conmigo. Cuatro minutos en los que me sentí, de hecho, la reina de los bajitos. Levanté los brazos. Puse la mano en el oído haciendo como que escuchaba cantar a mi público. Hice palmas. Di vueltitas. Hice un trencito imaginario. Corrí de una punta del departamento a la otra. Armé pasitos para que mis espectadores me imitaran. Meneé la cola. Hasta que terminó el tema. Di una última vuelta, e hice la reverencia correspondiente para agradecer a mis fans por tanta alegría compartida.

Y en el mismo segundo en que me incorporaba tratando de recuperar el aire, escucho: "¡Bailate otro!", y mientras me doy vuelta, pienso en voz alta "que eso no haya sido para mi que eso no haya sido para mi que eso no haya sido para mi". Pero sí, era. Porque me había olvidado un pequeño detalle: mis tres ventanas dan a la calle. Y en la terraza del ph de enfrente, los tres señores que habían disfrutado de mi show, alzaban sus pulgares y sonreían, asi que no me quedó otra que levantar la mano, y bajar la cabeza en señal de agradecimiento. Al fin y al cabo, yo me debo a mi público.

Y lo que bailé, fue esto. No podía ser de otra manera.

martes, 5 de enero de 2010

Meterete

No sé bien cómo empezar a contar lo que hice una semana atrás. De solo pensarlo me pongo colorada. Me da vergüenza. No me reconozco en la situación. No puedo creer haber llegado tan lejos. Tuve que esperar una semana para procesarlo. No pude hablar antes. Quise olvidarme. Pero ahora, martes cinco de enero, siendo las cuatro de la mañana, me desperté pensando en el asunto, y me dije: "Lo escupo en el blog, espero palabras de aliento, me preparo para las burlas. Lo supero". Aquí estoy.

Cuando era chica mamá me decía, siempre: "No te metas en asuntos ajenos". Y yo siempre le hice caso. Nunca me involucré. Jamás emití una opinión si no se me pedía una. Tampoco hice preguntas que pudieran resultar incómodas. O, al menos, eso intenté. Porque ya expliqué en el post anterior que cuando estoy contenta me boludizo. Y la boludez me lleva a convertirme en un ser espantoso. La boludez me empuja a un precipicio. Y yo me dejo caer. No intento siquiera aletear los brazos para suavizar la caída, para planear y caer de pie. No. Yo me dejo caer y termino destrozada, con fracturas múltiples.

Iba caminando por la vereda de mi casa. Estaba contenta porque tenía una cita. Venía de la fiambrería. Estaba disfrutando mis últimos días en Belgrano City. Delante mio caminaba un muchacho treintañero. Llevaba puesta una remera blanca. En la manga izquierda, a la altura del hombro, un bicho. Negro y asqueroso. Grandote. Feo. Feísimo. Horrible. Repugnante. Me puse nerviosa. No sabía qué hacer: por un lado retumbaban en mi cabeza las palabras de mi santa madre, pero por el otro no podía dejar de pensar que si estuviera en la situación de portadora de bicho agradecería infinitamente que alguien me avisara. Entonces me revelé. Me olvidé, una vez mas, de las palabras de mi madre, e hice lo que me dictó el corazón. Me acerqué dando algunos pasitos rápidos y cortitos al muchacho, y sin pensarlo mas de un segundo, alcé mi mano derecha, y le di una palmada a su hombro. Una palmada seca. Pero el bicho no se movió. Porque no era un bicho: era la etiqueta de la remera. O sea: le di un "tate quieto" a un desconocido, sin ningún motivo válido. El muchacho se dio vuelta rápido, consternado, posiblemente muerto del susto. Y se encontró conmigo: una boludona con la bolsa de la fiambrería en una mano, y un ataque de risa feroz, que intentaba explicarle en vano el por qué del tate quieto. Hilé algunas palabras, formé alguna que otra oración, le di un poco de coherencia al discurso, hasta que el muchacho se empezó a reir conmigo. Le pedí perdón, le dije "fue sin querer perdón perdón perdón" y me fui, al super, pensando que sí, si me pasa de nuevo, se cae de maduro que voy a hacer lo mismo. Porque a Ramera boluda, no se le escapa una.