"Me vas a matar, pero no tengo ni un peso" le dijo ella apenas el la miró, después de que les dijeran cuánto saldría el turno. El inició un suspiro quejoso que se vio apagado antes de tiempo por una amenazadora levantada de cejas de ella. Entraron de la mano. "Necesito ir al baño" dijo ella con voz dulce, mientras se alejaba. Cuando salió, el ya estaba como había venido al mundo. El empezó a besarla, apasionada y brutalmente. A ella le gustó, y dudó. Pero la duda no duró mas de dos segundos. "En el baño hay un jacuzzi genial, ¿vamos?" le dijo con voz mimosa, al oído. Él sonrió y se dirigió al baño. Con un movimiento casi violento, ella cerró la puerta tras él, y cerró con la llave que había guardado algunos minutos antes.
Agarró su cartera, y se dirigió a la puerta de la habitación. Antes de abrir, escuchó los golpes de él en la puerta, y sonrió. Volvió sobre sus pasos, tomó la ropa de él, y salió.
En ese punto, mas o menos, me llegó su mensaje de texto: "Salió todo perfecto".
Cuando llegó a la salida del telo, dijo "¿Me abre por favor?".
"Señorita, usted no puede retirarse sola".
(Continuará)