jueves, 22 de julio de 2010

Qué vergüenza estos favores

Lo voy a decir una vez y solamente una vez y nunca mas porque me da una vergüenza atroz andar pidiendo este tipo de favores: a la derechita del blog, abajo de mi foto de perfil, hay un link a Oblogo, donde pueden votar uno de los posts que salió publicado ahí (el post es de Origen Ramero, ese donde bailaba como una desquiciada un tema de Xuxa y los vecinos me aplaudían) y capaz de los capaces llego al premio del Banco Hipotecario. Es sin compromiso, no prometo nada a cambio del voto, nunca en mi vida les vuelvo a pedir algo como esto.

viernes, 16 de julio de 2010

Una ramera y el deporte I

El primer intento de mi madre por hacerme un ser social fue enviarme a gimnasia artísica a Velez. Yo tenía cinco años y no hablaba. Era mas parecida a una planta con piernas y pelusita rubia en la cabeza que a una persona. Tímida hasta el hartazgo. Antipática hasta lo inhumano.

La primera clase de gimnasia artísica fue una pesadilla. Había niñas con las que había que conversar. Había profesoras que sonreían sin parar y hablaban con tono de maestra jardinera. Uno de los primeros ejercicios fue: caminar por una barra y al llegar al extremo estirar las manitas y agarrarse de unas argollas parecidas a la de los subtes.

Yo caminé por la barra, temblorosa, y al llegar al extremo estiré mis bracitos flaquitos y salté. Le erré a las argollas, caí a la colchoneta, me partí el labio, y me largué a llorar. No volví nunca mas.

Hay secuelas de la experiencia: jamás, viajando en tren o subte, pude sostenerme de las argollas esas. Me dan impresión.