lunes, 31 de agosto de 2009

26

Hoy es mi cumpleaños.

viernes, 28 de agosto de 2009

jueves, 27 de agosto de 2009

Máxima cinematográfica

Cualquier película promocionada como un "canto a la vida", no es mas que un bodrio soporífero y melancólico que lo dejará de cama varios días.

Hágame caso, si en la tapa hay un mogólico, un enfermo terminal o una pareja de ancianos tomados de la mano, devuelva la cajita al estante, dése vuelta rápidamente, y camine hacia cualquier otro sector, haciendo como si nunca hubiera ocurrido nada.

Rameritas malvadas

Lo que realmente nos mantenía unidas a mi amiga Camila y a mi, lo que nos hacía pesadamente inseparables, era la maldad.

Nuestra víctima mas importante fue Agostina. Desde el día que la conocimos, quedó pautado de manera implícita que nuestra misión en la vida era arruinarle la existencia a la otra.

Perpetrábamos los planes mas siniestros (y a la vez carentes de sentido) para que la pobre criatura sufriera y se hiciera macha. Pasábamos jornadas enteras elaborando maquiavélicos ataques que pocas veces llevábamos a cabo. Éramos Gargamel. Cerebro. The Misfits.

Por ejemplo, la primera vez que nos escapamos de la casa de Camila teníamos apenas siete añitos. Bajamos dos pisos por la escalera y dejamos en la casa de Agostina una carta anónima, de alto contenido violento. Lo que mas se destacaba era: "Te estamos espiando" y "Tenenos miedo". Volvimos a la casa de Camila y soportamos estoicamente el reto por la fuga. Al fin y al cabo, lo único que importaba era que la tonta de Agostina no podría salir nunca mas de su casa por el terror que habría inundado toda su apestosa existencia.

Pero como le sucedía a Gargamel en cada capítulo de Los Pitufos, no todo salió exactamente como lo habíamos planeado: a las dos horas de haber entregado el anónimo, la madre de Agostina tocó el timbre de la casa de Camila. El papel de carta de Frutillitas, y nuestra letra de primer grado, nos habían delatado.

Estuvimos cinco días en penitencia.


martes, 25 de agosto de 2009

En el día de ayer

  • Me bajé del colectivo. Tenía que caminar por Alberdi, para el lado que subía. Caminé una, dos, tres, cuatro cuadras, hasta que me di cuenta que estaba bajando.
  • Llegué corriendo a la facultad a las 16:55 porque, a sabiendas de mi falta de orientación, necesitaba cinco minutos (ni uno más ni uno menos) para encontrar el aula. Cuando chequeé en cual me tocaba, me di cuenta que me había equivocado de horario: hasta las 19 no tenía clases.
  • Hasta las 18:50, entonces, me leí algunos cuentos de un libro precioso, tomé 4 cafés y fumé 10 cigarrillos. Luego fui al baño (me quedé con la cadena en la mano, pero esa es otra historia). Cuando traté de encontrar de nuevo el aula, no hubo forma (tuve que salir a la calle y arrancar el recorrido desde ahí).
  • A las 19:20 éramos 4 alumnos y 0 profesores. Había una guardavidas muy grandota que daba miedo, una chica toda arregladita que no paraba de hablar, y un muchacho bastante interesante. Me quise hacer la linda con el muchacho, y pensé que estaba funcionando, hasta que dijo "mi novio".
  • Luego de averiguar, a eso de las 19:40, nos enteramos que empezábamos las clases recién el jueves.
Puán está lleno de hippies. Me dio impresión.

sábado, 22 de agosto de 2009

Fraudulenta

Voy al gimnasio, vuelvo y tomo un jugo de naranja recién exprimido, una tostada de pan integral con queso light, y después me clavo un cuartito de bizcochitos de grasa.

viernes, 21 de agosto de 2009

Disposición

Mi jefa, the lesbian, pasa caminando por el pasillo de las oficinas, siguiendo a un técnico que vino a instalar unas máquinas.

Jefa: ¿Querés mate? ¿Café? ¿Una gaseosa? ¿Algo? ¿Facturas?

Técnico: No no. Quiero algo bien específico y sé que vas a poder ayudarme.

Jefa: Decime.

Técnico: Bueno, fijate que...

Jefa: Pará, ¿me tengo que bañar?

miércoles, 19 de agosto de 2009

La televisión del tercer mundo

De todos los momentos que me toca vivir en soledad, la hora de la cena es la peor. Sin embargo, he aprendido a combatir ese momento horroroso, concentrándome en gente que está mucho peor que yo. Por eso, a la hora de la cena, y aunque me avergüence decirlo, yo miro el grandioso programa de Julián Weich.

Mi cena no dura mas de quince minutos, que espero ansiosa, frotándome las manos, pensando de antemano las barbaridades que le voy a gritar al aparato (aparato televisor, no Julián, aunque pensándolo bien, qué mas aparatoso que el impresentable ese) y me siento sobre unos almohadones, llevo la bandeja con comida, hablo con la boca llena, mientras le grito a la hermana de Wanda Nara que la voy a matar porque no es justo que sea tan linda, y le digo a Tuqui “qué bajo caíste hijo de puta” y me pregunto por qué hay que festejar tanto que alguien gane 100 pé, cuando hoy día con ese dinero no te comprás ni dos kilos de carne.

Pero mi momento preferido es el momento del juego del invitado sorpresa. La última vez que lo vi estaba de invitado Marcelo Iripino (un “susano” histórico que ahora ha descendido al peor de los infiernos al atreverse, no sólo a cantar, sino además a sacar un disco llamado “Tu frutita”). Costó una cantidad inconmensurable de preguntas adivinar quién era, y no sé si lo lograron, porque cuando terminé mi milanesa de soja, me fui a la computadora, y me puse a ver algo mas interesante. Porque chicos, en “What´s my Line?”, no llevaban gatos baratos con pretensiones artísticas. Llevaban artistas de verdad.




Un dato no menor: cuando van vedettes el juego se torna incomprensible, porque las chicas, a cada pregunta, mandan fruta. Entonces, todas ellas saben: cantar, bailar, actuar, conducir, hacer gimnasia artística, patinar, tirar las cartas y hacer muñequitos con arcilla. Vamos chicas, que somos pocos y nos conocemos mucho...

martes, 18 de agosto de 2009

Mis cinco minutos de fama

(o el fin del mundo está más cerca de lo que creíamos)


Nótese, por favor, lo mala que soy con el Photoshop. Lo único que tenía que hacer era un parche sencillo, y me quedó horrible.

martes, 11 de agosto de 2009

No me copa en absoluto

  • La gente que se jacta de no haber visto nunca la televisión.
  • La gente que se autoproclama "intelectual".
  • La gente que abraza en demasía.
  • La gente que pronuncia excesivamente bien una palabra en idioma extranjero (en especial si es français) cuando viene hablando en porteño de Caballito.
Es arbitrario e intolerante. No hace falta que me reten.

viernes, 7 de agosto de 2009

Macanuda

Íbamos en su auto. Apenas nos conocíamos. Ella, treinta y cinco años, soltera. Yo, veinticinco, recién separada. Le contaba un poco por qué me había separado, y ella, me interrumpe y dice, como si estuviera esparciendo la palabra del Señor: "Tengo una mala noticia: no hay hombres".

Y como si eso no hubiera sido nada. O como si no hubiera notado que mi rostro gritaba "Callate que me suicido", agrega: "Además, ahora que vivís sola, NUNCA más en tu vida vas a querer convivir con alguien".

Macanuda che. Estuve a un segundo de tirarme de palomita por la ventanilla.

lunes, 3 de agosto de 2009

Mi hijo, el mimo

El sábado, nos imaginamos con mi amiga, por enésima vez en nuestras vidas, la tragedia de que un hijo venga y te diga: "Mamá, ya sé cuál es mi vocación: quiero ser mimo".

Por las dudas, ya tenemos ensayados todos los gestos que le haríamos para decirle que, de una patada en el orto, antes de ser mimo, lo vamos a mandar al infierno.