viernes, 26 de marzo de 2010

"Me parece que te fuiste al carajo", le dije cuando me contó

La obesa y reciente ex novia de mi amigo Lucas, que tenía cientos de defectos (el que resaltaba por sobre todos era una conchudez galopante y un gusto demente por la manipulación de mi amigo Lucas), no entendía y decía "no puede ser que no me quieras, vos tenés que quererme" y Lucas repetía, cada vez mas impaciente y expeditivo "perdoname, pero el amor es asi, no tengo mas ganas de estar con vos. No sos vos, soy yo". Ella le lloraba en persona, por teléfono y vía ordenador. Hasta que por este último medio, a través de una impersonal y fría ventanita de chat, mi amigo Lucas, cansado de explicarme a su reciente y obesa ex novia por qué había dejado de ser novia para ser ex novia, terminó por decirle: "¿Sabés lo que pasa? Quiero estar con alguien que pueda llevar a pasear a la plaza, a caballito. Y bueno, con vos es imposible".

viernes, 12 de marzo de 2010

De por qué tengo que aprender a callarme la boca

Estaba en mi oficina, tratando (en vano) de editar una escena. Lo que no me lo permitía era la música espantosa que provenía de la sala de al lado. Me levanté de la silla, entré sin golpear a la isla de edición, y le dije a mi compañero de trabajo: "¿Pero de dónde sacaste esa música tan pero tan pero tan horrible y pedorra?". Y antes de que él llegara a abrir la boca para responderme, la clienta que estaba con él me miró, furiosa, y respondió: "Es la música de mi página web".

miércoles, 3 de marzo de 2010

Historias de Telo IV

-Mmmmm... ¿la sentís?



-Eh... no.

lunes, 1 de marzo de 2010

Historias de Telo III. La venganza - Parte 3

Luego de una acalorada discusión, volvió a la habitación, con su cartera en una mano y la ropa del mal parido en la otra. Cuando entró, escuchó cómo recomenzaban los golpes y gritos desde el baño. "¡Me dejó encerrado! ¡La conchuda me dejó encerrado!". "Y vos me dejaste plantada, pelotudo. Una notita me dejaste, y te fuiste a la mierda". "¡Volviste! Abrime, dale" suplicó el mal parido. "No", le respondió ella, y continuó "Te vas a quedar ahí, hasta que termine el turno. Y yo me voy a quedar acá, esperando lo mismo".

Ella se sentó en el borde de la cama, mirando la puerta del baño, y volvió a dudar. Quiso abrirle. Le dio pena. En cambio, se puso a doblar proliojamente la ropa de él, y la acomodó sobre la cama. Las mujeres hacemos ese tipo de trueques.

"No podés irte asi, dejando una notita, y menos en un telo".
"¿Vos sabés lo humillante que fue salir sola de ese antro?"
"¿Vos sabés todo lo que te puteé estos días?"
"¿Y encima aparecés de nuevo? ¿Cómo si nada?"

Cuando sonó el teléfono que avisaba el final del turno, ella abrió la puerta del baño, y casi sin mirar le pasó la ropa doblada. El salió vestido, caminó hacia ella, tranquilo, la miró a los ojos, y le dijo "Tenés razón, ¿me perdonás?". Y en ese momento, no en esas palabras sino en esa mirada de pollo mojado, ella entendió que la venganza había funcionado, y casi sin pensarlo, lo besó. Pidieron un turno mas, y cuando acabaron se fueron, juntos, sin notitas de por medio.

Hace una semana, festejaron su sexto aniversario.