viernes, 30 de mayo de 2008

Estimado Japonés

Vea, yo no quisiera que usted se ofendiera conmigo, ni que metiera por mi trasero una camarita en reprimenda por entrometerme en su vida. De anticipado le pido disculpas, pero vea usted, realmente me urge escribirle estas palabras.

Esta mañana mientras hacía que trabajaba, me topé con su historia. Y déjeme decirle: qué injusto ha sido usted. Injusto y tonto. Más tonto que injusto.

Pues ¿cómo no se había dado cuenta que una vieja habitaba en su placard? ¿Usted no abría ese placard para sacar alguna camiseta, un slip, una bombacha? ¿Usted usaba siempre la misma ropa? Qué antihigiénico, por favor.

Pongámosle que usted no utilizaba ese placard, ¿para qué lo tenía ahí? ¿No se le había ocurrido venderlo? ¿Hacerse un dinero para comprar mas sushi? ¿O más bombachas? A usted solo se le ocurre poseer semejante mueble y tenerlo ahí tirado, al pedo.

Ahora bien, supongamos que era un preciado bien de su familia, un recuerdo de su abuela fallecida, que no lo vendía (o tiraba a la basura, en su defecto) porque el valor era sentimental… ¿por qué no lo colmaba de objetos preciosos? De libros, películas, bombachas de colección. Explíqueme, querido japonés, porque yo no le entiendo nada.

Usted se lo merecía. Por tonto. Y sordo. ¿Tan fuerte ponía su música que nunca escuchó, no sé, una flatulencia de la señora en cuestión? Y hablando de la señora, cuánta valentía, cuánto talento, cuántas de esas necesitamos para cambiar el mundo. Calladitas, humildes, sutiles… usted fue injusto, acéptelo de una buena vez.

Si tenía ese placard al pedo, ¿qué le jodía que una viejita desamparada, buena, silenciosa y limpita se lo habitara? ¿En qué le molestaba? “Se comía mis salamines”, tal vez me responderá usted. ¿Pero es que no le enseñaron caridad en la escuela? ¿Es usted un cerdo capitalista? ¿Un imbécil sin alma?

Vea señor japonés, yo no quisiera meterme en su vida porque ya veo que a los que hacen semejante cosa usted los deja sin hogar, desamparados, sin comida ni techo. Ni baño. Ni bombachas. Per usted es un tonto, y todos nos damos cuenta. A usted se le ha hecho realidad el sueño de todo hombre y lo ha rechazado. Porque usted es un tonto.

¿A quién se le ocurre sino, echar a la calle a una mujer que vivía con usted, no hacía ruido, no le reprochaba la hora de llegada ni la de salida?

Vea señor japonés, usted ha perdido la oportunidad de vivir una vida feliz junto a una mujer que solo necesitaba un colchón (que a usted le sobraba) y un placard (que usted no usaba). Se ha quedado con montones de camaritas espías, que solo le servirán para chusmetear a la señorita de enfrente, la que tiene esas bellas piernas, ese bello escote, esa misma señorita que terminará denunciándole por acosador. Y usted, marche preso.

¿Y sabe una cosa más? Si usted un día se atragantaba con la aceituna de una grande de muzzarella, la vieja podría haberlo salvado. Pero usted ha elegido el camino del egoísmo. Y así, querido japonés, así no se puede vivir. Le deseo una vida de soledad, sin viejas en el placard.

Saludos cordiales.

Inspirado en hechos reales.

1 comentario:

Honey Blue dijo...

jajajajaja!!!
geeeniaaal!!

:)