Consecuencia del corte de suministro de Internet en la mansión Ramera, nos adentramos a uno de los lugares mas siniestros del barrio: el locutorio. Estoy sentada en una máquina que tiene el teclado pegajoso. A mi izquierda tengo un adolescente mirando videos de Cristina Aguilera y a mi derecha una escalera que supongo lleva a un escondite secreto, donde posiblemente se realicen apuestas ilegales, riñas de gallos, o a una dimensión paralela. Del segundo piso baja un señor con bermudas, medias y ojotas. Definitivamente esa escalera lleva a una dimensión desconocida, a un tiempo pasado en el que el buen gusto de la gente era de escaso, a nulo. El señor de medias y ojotas sube la escalera. Segundos mas tarde baja un gordito con rulos, remera de Korn y pantalón cargo. Se acerca a la caja y habla con el petiso que atiende, que minutos antes piropeó a una mujer diciendo: "Yo tengo la nariz tapada, pero tu perfume es tan fuerte que lo siento lo mismo". El gordito ruludo pasa por al lado mio. Tiene olor a chivo. Abre una puerta y desaparece. Hasta este momento yo no había reparado en la existencia de esa puerta. Me pregunto qué será. Dos o tres minutos después la puerta se abre. El gordito ruludo sale. Vuelve a la caja. Habla con el petiso. Pasa por al lado mio. Sube la escalera.
Treinta segundos mas tarde empezaré a sentir un olor penetrante y hediondo. Una baranda sofocantemente asquerosa. Un aroma pestilente, que ahoga, no deja respirar. Se meterá por mi nariz y llegará a la garganta. Parecerá que tragué el olor, que está dentro mio, que jamás de los jamases podré sacarme esta sensación de asco de encima. No necesitaré mucho para darme cuenta de dónde viene esa baranda. Esa puerta donde entró el gordito ruludo, es el baño. Saldré corriendo del lugar, revoleándole al petisito un billete de dos pesos, y diciéndole, indignada: "mas vale que tires desodorante porque se te va la clientela, eh". En el camino a mi casa, pensaré: "Qué gordito de mierda, ¿por qué no se irá a cagar a su casa?".
Treinta segundos mas tarde empezaré a sentir un olor penetrante y hediondo. Una baranda sofocantemente asquerosa. Un aroma pestilente, que ahoga, no deja respirar. Se meterá por mi nariz y llegará a la garganta. Parecerá que tragué el olor, que está dentro mio, que jamás de los jamases podré sacarme esta sensación de asco de encima. No necesitaré mucho para darme cuenta de dónde viene esa baranda. Esa puerta donde entró el gordito ruludo, es el baño. Saldré corriendo del lugar, revoleándole al petisito un billete de dos pesos, y diciéndole, indignada: "mas vale que tires desodorante porque se te va la clientela, eh". En el camino a mi casa, pensaré: "Qué gordito de mierda, ¿por qué no se irá a cagar a su casa?".
12 comentarios:
No sé M., con la caca que hace mi gato Benito podríamos ganar la 3era Guerra Mundial.
Uff primer locutorio que conozco tiene baño, que asquete!!! debe ser una onda baño de constitucion.
capaz que el locutorio es su casa.
Berp
qué ascoooo!!! xD
Aguante el gordito ruludo! Yo hago caca en cualquier lado. No me importa nada.
Sorry, pero me siento en confianza como para confesarlo. Jojo.
Cuando gustes, paso por tu casa eh! :P
Besos, M. Feliz fin de domingo.
Aggg!! Mama no sdejes atrasar las cuentaaaaaaaaaaaasssssssssssssss
el esfínter desinhibido es lo peor. pero lo peor peor de los locutorios esos son las puertas con cortinita de donde salen pajeros diversos que también toquetean el teclado tocado previamente con caquita.
Tu descripción me deprimió.
Surreal.
tendrían que prohibir cagar en los ciber...
es que en los baños públicos debería estar prohibido cagar!!! es terrible!
"Berp".. eso es una palabra? ? Que quisiste decir tipo sin vida??!!!
Publicar un comentario