Qué feo queda cuando la persona tímida insiste en pelearse con un colectivero gigante y extrovertido.
Hoy a la mañana estoy por subirme al colectivo, dormida, enfriada y mal vestida. Ojerosa y de mal humor. El señor que está delante mio, en vez de dejarme pasar primero como buen caballero, se adelanta como loco, no vaya a ser cosa que el bondi se le fuera. Ahí nomás lo detecto: Tímido. Sólo un tímido se apura de esa manera cuando hay diez personas atrás de él. No hay manera que el colectivo se le vaya, pero Tímido tiene miedo igual. Miedo porque si el colectivo arranca, él no tiene manera de defenderse. Precisamente, porque es Tímido.
Mientras subo veo que el Tímido está ahí, como congelado, a la derecha del conductor, medio atravesado en el camino. Está colorado (tímido), encorvado (tímido), y tiembla como Michael Fox (tímido, o enfermito, pobre). El colectivero lo mira furioso, porque su atrvesadura le retrasa el arranque. En eso, veo que Tímido se pone erguido y saca pecho:
Colectivero lo mira, atónito, y no le responde.
Tímido se acerca al oído del colectivero y repite.
Acto seguido, mientras soba con la lengua un hueco donde seguramente había habido una muela alguna vez, se da vuelta, vuelve a mirar al tímido, desafiante.
Tímido rojo de la verguenza. Cabizbajo arranca a meter las dieciocho monedas de cinco centavos. A la segunda ya se le traban. Se desespera.
Tímido más rojo. A punto de explotar. Los ojos colorados, las lágrimas a punto de salir. El colectivero amaga a arrancar, solo para hinchar las bolas. Los de abajo gritan para que no se vaya. Yo meto púa y les digo que el señor está sacando el boleto y no deja pasar. Los de abajo le empiezan a gritar a Tímido algunas cosas acerca de su madre prostituta, o de no sé qué cosa de la hermana. Yo me río por dentro (ver a un tímido tratando de pelearse es una de las imágenes más graciosas del mundo). El colectivero sigue sobándose la muela ausente. Tímido está a punto de llorar y pedir que venga su mamá.
Tímido termina de sacar el boleto, se le cae, lo levanta, tiembla, está nervioso, colorado y acalorado. Se sienta en un asiento del fondo. Se queda dormido. Babea. Seguramente sueña con ésta, que fue otra batalla perdida.
Por eso digo, tímidos del mundo, ahórremonos el disgusto, no peleemos, porque siempre, siempre, vamos a quedar como el orto.
Hoy a la mañana estoy por subirme al colectivo, dormida, enfriada y mal vestida. Ojerosa y de mal humor. El señor que está delante mio, en vez de dejarme pasar primero como buen caballero, se adelanta como loco, no vaya a ser cosa que el bondi se le fuera. Ahí nomás lo detecto: Tímido. Sólo un tímido se apura de esa manera cuando hay diez personas atrás de él. No hay manera que el colectivo se le vaya, pero Tímido tiene miedo igual. Miedo porque si el colectivo arranca, él no tiene manera de defenderse. Precisamente, porque es Tímido.
Mientras subo veo que el Tímido está ahí, como congelado, a la derecha del conductor, medio atravesado en el camino. Está colorado (tímido), encorvado (tímido), y tiembla como Michael Fox (tímido, o enfermito, pobre). El colectivero lo mira furioso, porque su atrvesadura le retrasa el arranque. En eso, veo que Tímido se pone erguido y saca pecho:
Tímido
¿Qué pasó que tardó tanto?
¿Qué pasó que tardó tanto?
Colectivero lo mira, atónito, y no le responde.
Tímido
Le hice una pregunta.
Le hice una pregunta.
Colectivero
No te entiendo.
No te entiendo.
Tímido se acerca al oído del colectivero y repite.
Tímido
Que por qué tardan tanto en venir.
Colectivero (sin mirarlo)
Porque hay pelotudos como vos
que nos retrasan todo el tiempo.
Que por qué tardan tanto en venir.
Colectivero (sin mirarlo)
Porque hay pelotudos como vos
que nos retrasan todo el tiempo.
Acto seguido, mientras soba con la lengua un hueco donde seguramente había habido una muela alguna vez, se da vuelta, vuelve a mirar al tímido, desafiante.
Colectivero
Correte tarado.
Correte tarado.
Tímido rojo de la verguenza. Cabizbajo arranca a meter las dieciocho monedas de cinco centavos. A la segunda ya se le traban. Se desespera.
Colectivero
¿Tan tragaleche sos que ni siquiera
podés sacar el boleto más rápido?
¿Tan tragaleche sos que ni siquiera
podés sacar el boleto más rápido?
Tímido más rojo. A punto de explotar. Los ojos colorados, las lágrimas a punto de salir. El colectivero amaga a arrancar, solo para hinchar las bolas. Los de abajo gritan para que no se vaya. Yo meto púa y les digo que el señor está sacando el boleto y no deja pasar. Los de abajo le empiezan a gritar a Tímido algunas cosas acerca de su madre prostituta, o de no sé qué cosa de la hermana. Yo me río por dentro (ver a un tímido tratando de pelearse es una de las imágenes más graciosas del mundo). El colectivero sigue sobándose la muela ausente. Tímido está a punto de llorar y pedir que venga su mamá.
Tímido termina de sacar el boleto, se le cae, lo levanta, tiembla, está nervioso, colorado y acalorado. Se sienta en un asiento del fondo. Se queda dormido. Babea. Seguramente sueña con ésta, que fue otra batalla perdida.
Por eso digo, tímidos del mundo, ahórremonos el disgusto, no peleemos, porque siempre, siempre, vamos a quedar como el orto.
4 comentarios:
En defensa de los tímidos del mundo,
al menos se animó a decirle al conductor por qué tardaron tanto en venir.
Sí, la verdad, somos inútiles para pelearnos.
Odio a los colectiveros.
Sos una hija de remil puta.
pelotuda.
Te banco en algunas historias que contas, son entretenidas y exageradas, pero joder a un tímido es la cosa mas pelotuda del mundo...
Una persona cara dura a demás de ser valiente, es una a la que le calienta tres carajos hacer pasar malos ratos a los otros..
Salud (?)
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