Creo que nunca hablé de mi amiga Camila. Con mi amiga Camila nos conocimos cuando teníamos más o menos seis años. Vivíamos en el mismo edificio, con cinco pisos de diferencia. Como una pareja de ancianos, tenemos diferentes versiones sobre cómo nos conocimos. Ella dice que fue en el patio de Agostina (que también vivía en el edificio) y yo digo que fue en la vereda del edificio, donde todas las tardes de verano salíamos con nuestras madres a tomar el fresco.
Sin embargo, las dos coincidimos en algo: fue amor a primera vista. Desde aquella tarde calurosa en la que nos conocimos, nos volvimos culo y calzón. Vivir a un ascensor de treinta segundos nos facilitaba la amistad.
Cuando cumplimos doce años nos regalaron una bicicleta a cada una. Eran iguales, sólo que la mia era roja y la de ella plateada. A partir de ese día, tuvimos un verano de paseos en bicicleta ininterrumpidos. Salíamos a las dos de la tarde de la puerta del edificio, y volvíamos alrededor de las siete. Recorríamos los rincones más escondidos de Ramos Mejía, llevábamos sanguchitos para el camino, y cada dos por tres nos perdíamos.
Una tarde, habíamos parado en una esquina para descansar las piernas. Ahí estábamos, tentadas de la risa no me acuerdo por qué, cuando un auto frena cerca de la vereda y vemos que el vidrio se baja. Desde adentro, un señor medio gordito, se asoma, y pregunta: “¿Para ir a Liniers saben qué tengo que agarrar?”. Y yo carezco de sentido de la orientación, pero el camino a Liniers me lo conocía de memoria. Así que inflé el pecho y empecé a explicarle por dónde agarrar. En medio de la explicación, siento que Camila me codea una vez, no le doy bola, dos veces, no le doy bola, tres veces, y termino por mirarla. Cuando lo hago, me señala con los ojos y las cejas la entrepierna del gordito. Y ahí lo veo. Grande, achorizado, pelado, sacudido por la mano del rellenito. Nunca había visto una. Camila tampoco. Como soy muy educada me hago la boluda y sigo explicándole cómo llegar a Liniers. Pero mi cabeza alterna la mirada entre la chota y el gordito, la chota y el gordito. Hasta que pasa lo impensable. En una de las alternaciones de la mirada, quedo petrificada en el miembro del gordito, siento que me pongo toda pálida, y le vomito a través de la ventanilla. El gordito putea un poco, arranca rápido, y se va a la mierda, con el ganso al aire.
Camila y yo, nos tentamos de la risa.
Sin embargo, las dos coincidimos en algo: fue amor a primera vista. Desde aquella tarde calurosa en la que nos conocimos, nos volvimos culo y calzón. Vivir a un ascensor de treinta segundos nos facilitaba la amistad.
Cuando cumplimos doce años nos regalaron una bicicleta a cada una. Eran iguales, sólo que la mia era roja y la de ella plateada. A partir de ese día, tuvimos un verano de paseos en bicicleta ininterrumpidos. Salíamos a las dos de la tarde de la puerta del edificio, y volvíamos alrededor de las siete. Recorríamos los rincones más escondidos de Ramos Mejía, llevábamos sanguchitos para el camino, y cada dos por tres nos perdíamos.
Una tarde, habíamos parado en una esquina para descansar las piernas. Ahí estábamos, tentadas de la risa no me acuerdo por qué, cuando un auto frena cerca de la vereda y vemos que el vidrio se baja. Desde adentro, un señor medio gordito, se asoma, y pregunta: “¿Para ir a Liniers saben qué tengo que agarrar?”. Y yo carezco de sentido de la orientación, pero el camino a Liniers me lo conocía de memoria. Así que inflé el pecho y empecé a explicarle por dónde agarrar. En medio de la explicación, siento que Camila me codea una vez, no le doy bola, dos veces, no le doy bola, tres veces, y termino por mirarla. Cuando lo hago, me señala con los ojos y las cejas la entrepierna del gordito. Y ahí lo veo. Grande, achorizado, pelado, sacudido por la mano del rellenito. Nunca había visto una. Camila tampoco. Como soy muy educada me hago la boluda y sigo explicándole cómo llegar a Liniers. Pero mi cabeza alterna la mirada entre la chota y el gordito, la chota y el gordito. Hasta que pasa lo impensable. En una de las alternaciones de la mirada, quedo petrificada en el miembro del gordito, siento que me pongo toda pálida, y le vomito a través de la ventanilla. El gordito putea un poco, arranca rápido, y se va a la mierda, con el ganso al aire.
Camila y yo, nos tentamos de la risa.
21 comentarios:
¿Qué es lo que decía yo en estas situaciones cuando estaba vivo?... Ah, ya me acordé! Qué ascooooo!!!!!
naaaaaaah!
"Pero mi cabeza alterna la mirada entre la chota y el gordito, la chota y el gordito".
Con esa frase te ganaste todo, pero todo mi respeto.
nooooo, boludaaaa, me jodes??
Me paso algo similar, 2 veces, no vomite, y tenia al rededor de 15 años...es horrible ese momento, la 2da vez, al estar sola, m asuste!
1- me recordò amis amigas q conservo desde el jardin de infantes y la sensaciòn de ser "culo y calzòn" a los 5 años...
2-Tbn me reocrdò a peliculas como "mi primer beso" supongo por los de las bicis...
3- Un espanto!! q asco ese gordo puñeteandose frente a niñas!! muy bien merecida la vomitada!!
ja
besotes!
jajajaja Yo también la primera vez que vi la chota fue por un degenerado en un parque que se pajeaba a las 3 de la tarde, así como nosotras comíamos pochoclo.
Ahora, me causa mucha risa que tu primer contacto con la chota te haya hecho vomitar! Y ahora cambias lamparitas para ganarte un pijazo...
Ramera sos lo más
Sabes que a mi me paso algo similar a la salida del colegio, habia un pajero que me llamo para preguntarme no se que, lo primero que vi fue su chota y el tipo tocandose, me empece a reir y le dije si no le daba verguenza mostrar algo tan chiquito......y me fui.
A que ese, después de esa experiencia, empezó a reconsiderar el tema del exhibicionismo :p
No quiero pensar que las dos "vomitaron juntas" (vos y la chota).
Ese intercambio de fluidos no me excita para nada, gracias a Jebús.
Feo momento.
Buenísimo comentario de Jotape.
Agostina delata edad: hoy sería Agustina
Y bue, me levanté relator hoy (?)
Alternabas la mirada como si fuera un partido de tenis o uno de ping pong entre la chota y el gordito???
digo para imaginarme la velocidad de la alternada
A mi me paso algo similar, pero embarazada. No me dio asco. Me dio miedo que el tipo se bajara del auto con el ganso al aire y quisiera hacernos algo, a mi bebe y a mi. Porque hay tanto degenerado que se calienta con embarazadas dando vuelta...
un x-files...
escuchando blablabla x fm la boca
Mhhh... con que contestataria desde pendex... eh?
Bien hecho.
fantasma: pero se lo re merecía!!
conz: sip
mariano: con eso me gané tu respeto? sos re fácil!!
johi: es que hubo una época en mi adolescencia en que te pasaba sí o sí. a todas las de la divisón nos pasó al menos una vez
charol: camila y yo nos amamos. ese gordis era un sucio
julieta: me pongo grande y boluda. es asi
andre: qué genia total!!!!
lulu: ojalá!
jotapé: qué asquito me dio lo de las vomitadas conjuntas!!
dos: pero es chica agostina!!
yz: tenis
laurita: pero si estabas embarazada ya la conocias!! yo era una criatura inocente que creía en papa noel!! en ese caso hay que correr como forest gump
iluso: lo decis porq el gordis era de otro planeta??
cluadio: contestataria pero solidaria! al menos el tipo pudo llegar a liniers!!
besos
Que momento amiga!!! TE ADORO!!!! Tu amiga del 10º"1".
Reconsideremos.
Una pareja te ofreció la chota en bandeja.
Elseñorqueviveconvos te la ofrece a cambio de favores hogareños.
El gordito se toqueteaba mientras le dabas indicaciones.
Te falta un post y tenes un poker de porongas! Yo apuesto todo a tu favor.
NAAAAH!
amigaaaaaaa: qué lindísimo que te hayas pasado por aca!!! te adoro!
diego:no lo habia pensado!! ahora me dejas acomplejada!
conz: again, sip!
jajajaaaaa, que buena reacción, el vómito!
se lo merecía por jeropa y pedófilo, que gordo asqueroso, espero que haya aprendido!
besos
D
nena pasa por http://dosquenohacenuno.blogspot.com/
que lo reavivamos....
escuchando 06 - La Calle Es Su Lugar (Ana)\G.I.T\1984- G.I.T. - G.I.T
Publicar un comentario