De todas las excentricidades porteñas, la que más me llamó siempre la atención y me divirtió por doquier es la invención del barrio del diseño: Palermo Sojo.
No hay lugar mas mentiroso que el barrio de Palermo disfrazado de muchacho modernoso y alternativo. A Palermo le queda bien el tango, sin embargo la porteñada insiste en poner Babasónicos.
El martes tenía que hacer tiempo entre un trabajo y otro asi que me fui de paseo por nuestra Nueva Shork. Con solo caminar tres cuadras me topé con un cuaderno que salía $300, un termo $50, y una parva de ferias que me gritaban, desesperadas, “Avellaneda!”.
Primero me encontré con el cuaderno. Como no salía de mi asombro entré a preguntarle al vendedor si el cuaderno era algo asi como un original de Borges con un boceto del Aleph. Sin embargo me dijo que no, que era un cuaderno en blanco para que cada uno escriba lo que quiera (posta, me dijo eso, descarado). ¿Y el precio a que corresponde? Al diseño, me contestó entrecerrando los ojos, como resaltando una obviedad. No pude responderle nada y antes de salir me volví a topar con el cuaderno. Era un batik hecho por mi sobrino de dos años. Si ese diseño cuesta ese dinero… estamos atrasando.
Luego entré a otro negocio y vi un termo de plástico, rojo, de esos que usaba mi abuela (o la tuya), con una textura rayada. Cosataba una barbaridad. Y era un Lumilagro básico. Ese no tenía diseño. Sin embargo me ahorré preguntar, porque iba a recibir la misma respuesta diseñada a medida para todos los antros que no paran de robar.
Mas alla de los objetos de diseño, me encontré frente a varios grandes locales con diseñadores apilados uno encima de otro, tratando de vender su ropa, abogando exclusividad, gritando repetición. A lo que voy: todas las prendas de todos los diseñadores de todas las ferias exclusivas eran iguales (sin contar el maltrato que recibian las pobres prendas, amontonadas y mal dobladas). A mi, personalmente, hay un dos mas dos que no me da.
Me fui porque se me hacía tardísimo, pero mientras caminaba pensaba en la cantidad de gente que paga $300 por un cuaderno batik o una cantidad proporcional por un termo que puede comprar en el Coto a $10.
A mi me encanta el diseño, me encanta que existan personas que se dedican a diseñar, a pensar objetos como algo mas que un simple objeto, o personas que piensan en nuestra indumentaria no como un mero adorno, sino como algo que tambien hable de nosotros, algo que comunique.
Pero me enferma, y me enferma de verdad, que existan otras personas que crean que cualquier prenda con cartelito “Exclusivo diseño” es en efecto un exclusivo diseño. Gente que que crea que el lugar donde se vende predisponga a la prenda, o al termo, a ser exclusivo, nunca visto, pensado para vos.
Dejémonos de joder. Pensemos mas alla de Palermo Sojo, paseemos por otros barrios y busquemos cual es el diseño que mas nos representa a cada uno.
Dejemos de pensar de manera unificada. Por favor.
No hay lugar mas mentiroso que el barrio de Palermo disfrazado de muchacho modernoso y alternativo. A Palermo le queda bien el tango, sin embargo la porteñada insiste en poner Babasónicos.
El martes tenía que hacer tiempo entre un trabajo y otro asi que me fui de paseo por nuestra Nueva Shork. Con solo caminar tres cuadras me topé con un cuaderno que salía $300, un termo $50, y una parva de ferias que me gritaban, desesperadas, “Avellaneda!”.
Primero me encontré con el cuaderno. Como no salía de mi asombro entré a preguntarle al vendedor si el cuaderno era algo asi como un original de Borges con un boceto del Aleph. Sin embargo me dijo que no, que era un cuaderno en blanco para que cada uno escriba lo que quiera (posta, me dijo eso, descarado). ¿Y el precio a que corresponde? Al diseño, me contestó entrecerrando los ojos, como resaltando una obviedad. No pude responderle nada y antes de salir me volví a topar con el cuaderno. Era un batik hecho por mi sobrino de dos años. Si ese diseño cuesta ese dinero… estamos atrasando.
Luego entré a otro negocio y vi un termo de plástico, rojo, de esos que usaba mi abuela (o la tuya), con una textura rayada. Cosataba una barbaridad. Y era un Lumilagro básico. Ese no tenía diseño. Sin embargo me ahorré preguntar, porque iba a recibir la misma respuesta diseñada a medida para todos los antros que no paran de robar.
Mas alla de los objetos de diseño, me encontré frente a varios grandes locales con diseñadores apilados uno encima de otro, tratando de vender su ropa, abogando exclusividad, gritando repetición. A lo que voy: todas las prendas de todos los diseñadores de todas las ferias exclusivas eran iguales (sin contar el maltrato que recibian las pobres prendas, amontonadas y mal dobladas). A mi, personalmente, hay un dos mas dos que no me da.
Me fui porque se me hacía tardísimo, pero mientras caminaba pensaba en la cantidad de gente que paga $300 por un cuaderno batik o una cantidad proporcional por un termo que puede comprar en el Coto a $10.
A mi me encanta el diseño, me encanta que existan personas que se dedican a diseñar, a pensar objetos como algo mas que un simple objeto, o personas que piensan en nuestra indumentaria no como un mero adorno, sino como algo que tambien hable de nosotros, algo que comunique.
Pero me enferma, y me enferma de verdad, que existan otras personas que crean que cualquier prenda con cartelito “Exclusivo diseño” es en efecto un exclusivo diseño. Gente que que crea que el lugar donde se vende predisponga a la prenda, o al termo, a ser exclusivo, nunca visto, pensado para vos.
Dejémonos de joder. Pensemos mas alla de Palermo Sojo, paseemos por otros barrios y busquemos cual es el diseño que mas nos representa a cada uno.
Dejemos de pensar de manera unificada. Por favor.
2 comentarios:
totalmente de acuerdo!!
lA CULPA, ES DE LOS PEDORROS QUE COMPRAN ESAS COSAS.
COINCIDO CON VOS!!!
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