Anoche trabajé hasta las cuatro de la mañana. Hoy tenía que estar, de vuelta trabajando, a las diez. Mi primer momento conciente del día coincide con las diez treinta. Me levanté apurada, desayuné apurada, me cambié apurada, no me puse ni crema ni colorete. Me hice una cola de caballo im-pre-sen-ta-ble, agarré los bolsos y salí.
Los bolsos, vale aclarar, eran:
1. Una bolsa símil bolsa de compra de las viejas que van al almacén todos los días, religiosamente, a las nueve de la mañana a comprar pan, pero triplicada en tamaño. La bolsa gigante contenía una casetera VHS pesada, antigua y enorme.
2. Una mochila rota, propiedad del señor con el que vivo. Dentro de la mochila había: una casetera DV, ocho VHS, un transcodificador, el libro que estoy leyendo, y todos los papeles que usualmente usurpan mi cartera y ahora se veían ahogados entre tanta tecnología.
Estaba horrible. Yo lo sé. Parecía una de esas señoras bolivianas que van por Liniers con seis bolsones y siete críos colgados de la espalda. Aparte no estoy en mi mejor momento: el invierno me deprime al mango y me convierto en la peor dejada del universo. Sin embargo, todavía soy joven y, modestia aparte, algo de belleza natural todavía conservo.
Iba caminando por Lacroze, apurada por la hora, con todos esos bolsos y esa impresentabilidad a cuestas, cuando veo que a unos metros mios hay un señor. Aproximadamente treinta años, mal vestido, sucio, tomando vino de un tetra y volcado en la puerta de una casa preciosa.
"Desastre".
Eso fue lo que me dijo el energúmeno ese. Así, como si el fuera un derochón de beieza me dijo a mi: Desastre.
Desastre. Desastre. Desastre. Desastre. Desastre. Así, como si nada, y con una simple palabra, este vinero de cartón hizo que mi poco (a) autoestima bajara de vuelta al subsuelo. El día ya no sería igual. Yo estaba cansada, mal vestida y mal peinada, pero tenía ganas de trabajar, había solcito y no hacía mucho frío. Este personaje me generó un mal humor tan alto que no podía pensar en otra cosa. Desastre.
Para colmo de males, abro el blog y veo que otro tarado (porque se ve que nos están invadiendo), comenta que cuando leyó lo de la muerte de mi hermana se le dibujó una sonrisa en la cara, porque insiste en que ese tipo de muertes son consecuencia de la desidia de una persona.
Cartón lleno. Bingo. La gota que rebalsó el vaso.
Este es un día de mierda. No se crucen conmigo porque hoy no ladro.
Hoy muerdo.
Los bolsos, vale aclarar, eran:
1. Una bolsa símil bolsa de compra de las viejas que van al almacén todos los días, religiosamente, a las nueve de la mañana a comprar pan, pero triplicada en tamaño. La bolsa gigante contenía una casetera VHS pesada, antigua y enorme.
2. Una mochila rota, propiedad del señor con el que vivo. Dentro de la mochila había: una casetera DV, ocho VHS, un transcodificador, el libro que estoy leyendo, y todos los papeles que usualmente usurpan mi cartera y ahora se veían ahogados entre tanta tecnología.
Estaba horrible. Yo lo sé. Parecía una de esas señoras bolivianas que van por Liniers con seis bolsones y siete críos colgados de la espalda. Aparte no estoy en mi mejor momento: el invierno me deprime al mango y me convierto en la peor dejada del universo. Sin embargo, todavía soy joven y, modestia aparte, algo de belleza natural todavía conservo.
Iba caminando por Lacroze, apurada por la hora, con todos esos bolsos y esa impresentabilidad a cuestas, cuando veo que a unos metros mios hay un señor. Aproximadamente treinta años, mal vestido, sucio, tomando vino de un tetra y volcado en la puerta de una casa preciosa.
"Desastre".
Eso fue lo que me dijo el energúmeno ese. Así, como si el fuera un derochón de beieza me dijo a mi: Desastre.
Desastre. Desastre. Desastre. Desastre. Desastre. Así, como si nada, y con una simple palabra, este vinero de cartón hizo que mi poco (a) autoestima bajara de vuelta al subsuelo. El día ya no sería igual. Yo estaba cansada, mal vestida y mal peinada, pero tenía ganas de trabajar, había solcito y no hacía mucho frío. Este personaje me generó un mal humor tan alto que no podía pensar en otra cosa. Desastre.
Para colmo de males, abro el blog y veo que otro tarado (porque se ve que nos están invadiendo), comenta que cuando leyó lo de la muerte de mi hermana se le dibujó una sonrisa en la cara, porque insiste en que ese tipo de muertes son consecuencia de la desidia de una persona.
Cartón lleno. Bingo. La gota que rebalsó el vaso.
Este es un día de mierda. No se crucen conmigo porque hoy no ladro.
Hoy muerdo.
6 comentarios:
Hay días en que el mundo conspira contra la gente sensible.
Es cuestión de redoblar esfuerzos y no rendirse a sus ojos.
Beso!
Yo no soy ningún tarado.
Si vos hubieras leido bien, te habrías enterado que yo no me rei de la muerte de tu hermana.
A tu comentario sobre la muerte de Neustadt,(vos si te reiste de su muerte), te preguntaba si te hubiera gustado que yo me riera de tu desgracia por un motivo como el de la desidia.
Tu superficialidad, no te permirió interpretar y de allí al insulto hubo un instante.
Me pregunto porque el señor que tomaba vino de la cajita te habrá mandado "Desastre".
Cuando el rio suena...
Justamente me mandó desastre porque estaba hecha un desastre!!
Mirá lo que venís a preguntarte!
Que me parezcas un tarado no significa que lo seas, eso está clarísimo.
Obvio que soy superficial, hiper mega recontra archi superficial.
Por qué te hacés tanto problema? Si te molesta muchísimo lo borro!
... jajaja.. ramera, días de mierda tenemos todos, no es novedad.. pero debo reconocer que el hecho de que te diga desastre alguien que no tiene ni la más mínima autpridad para decirte algo así debe cambiar el humor a cualquiera!
animos mujer... que mañana será otro dia!
beso
Dos, usted me comenta y yo ni le contesto. Soy una horrible persona. Y encima me rio de cosas sagradas. Me voy a ir al infierno. Hoy es otro dia, por supuesto, redoble esfuerzos y por lo menos me peine antes de salir. Por ahora no he recibido ningun piropo inverso.
Almita, es lo que yo digo. El tipo por lo menos era tan desastroso como yo. Es como si yo quisiera insultar a una mujer y le dijera Rubia!.
Hoy es optro dia. Por suerte
Me alegro que sea otro día.
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